lunes, 25 de noviembre de 2013

“El Desarrollo de la Paciencia”

Gálatas 5:22-25 (Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. )

Tenemos toda clase de excusas para ser impacientes: el estrés, la mala salud, los errores de otras personas, estar retrasados, o simplemente haber tenido un mal día. Pero la impaciencia puede llevarnos a tomar malas decisiones, herir a otros o destruir relaciones.

Dios quiere algo mejor para nosotros. Él sabe que la paciencia nos ayuda a permanecer en su voluntad —y eso hace que su favor descanse sobre nosotros. Logramos mantener relaciones sólidas y duraderas cuando estamos dispuestos a esperar que otros cambien.

Pero, ¿cómo podemos desarrollar esta cualidad? Primero, debemos ver nuestras vidas como Dios las ve, y aceptar las dificultades como oportunidades para aprender a ser pacientes. Debemos dejar atrás la creencia equivocada de que en la vida cristiana no se tienen problemas. El propósito de Dios no es darnos comodidad y placeres, sino más bien que crezcamos a la semejanza de Cristo. La paciencia es una de esas cualidades del “crecimiento” que debemos tener.

Segundo, tenemos la responsabilidad de procurar la cualidad de la paciencia, y ejercitarnos en ella. Tenemos que aprender a rechazar nuestros malos hábitos y las ideas equivocadas del pasado. Acostúmbrese a responder con gentileza y cordialidad, aunque la otra persona le esté acusando injustamente.

Se necesita tiempo, energía y esfuerzo para cambiar nuestra forma de pensar y nuestras respuestas. Pero gracias a Dios, no hacemos esto solos: el Espíritu Santo está comprometido a producir este fruto en nuestras vidas, con nuestra cooperación y buena disposición. (De Encontacto.org)

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