Introducción: Hoy día hay muchísimos autores de libros; y libros muchos más hay para todos los gustos y necesidades. Se considera que se escriben muchos artículos médicos y científicos cada día, tantos que el hombre no alcanza a leerlos y menos a asimilarlos, pero sin duda son interesantes, pues hablan de la salud del hombre y los nuevos hallazgos y avances de la ciencia.
Ahora estudiaremos un libro único, celestial, su contenido es vital, es propiedad de Dios, pues lo llama “Su libro”… es el LIBRO DE LA VIDA:
Este libro contiene los nombres de aquellos que por la fe en Dios y en su Hijo Jesucristo, han alcanzado vida eterna.
Nota: Observamos en el pasaje leído, que el verso 3 hace referencia a creyentes en el evangelio, y se afirma: “cuyos nombres están escritos en el libro de la vida” (nos habla entonces de un requisito previo para tener el nombre escrito allí: creer en el evangelio).
Es un libro de naturaleza celestial
Nota: Por las condiciones del cielo mismo (me refiero a la habitación de Dios) el material que lo compone es único. Es celestial también porque está en el cielo y su escritura es única. Así como hay lenguas celestiales, también hay escrituras celestiales, recordemos que Daniel tuvo que interpretar con la ayuda de Dios el mensaje escrito en la pared para el rey Belsasar (Daniel 5:5).
REQUISITOS Y BENEFICIOS DEL LIBRO: Fe en el Cordero, Apoc. 21:27.
“No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.”
Nota: El versículo nos enseña un nuevo título: “el libro de la vida del Cordero”, el término Cordero nos recuerda el sacrificio en el altar, y señala a Cristo, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y es “del Cordero” porque destaca que la fe en él es el camino para que nuestro nombre sea inscrito allí.
Nota: El contexto nos habla de la Jerusalén Celestial, la ciudad de Dios, y tener inscrito el nombre en éste libro, garantiza el acceso a la ciudad, ciudad con características únicas, pues es la morada de Dios mismo.
Fidelidad a Dios, Apocalipsis 3:5-6. “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Nota: Aunque al comienzo el mensaje es dirigido a la iglesia de Sardis, luego se convierte en un mensaje para todas las iglesias (vrs. 6). Según el vrs. 5 se requiere del creyente que sea un vencedor (vencer el mundo y sus ofertas, el orgullo y el pecado, el doble ánimo y al enemigo de nuestras almas con la ayuda de Dios), Dios nos ha dicho que en él somos más que vencedores, y seremos recompensados con:
Vestiduras blancas. Nuestro nombre permanecerá para siempre en el libro de la vida.
Nuestro nombre será confesado por Cristo delante del Padre y sus ángeles.
La experiencia de Moisés, Éx. 32:31-33, nos enseña varias cosas:
“Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro.”
Moisés tenía conocimiento del libro de Dios. Sabía que su nombre estaba escrito allí,
La voluntad de Dios es que los hombres se salven, no que se pierdan.
Nota: Para un nacido de nuevo hay seguridad de que su nombre no será borrado, pero si se aparta de Dios, y vuelve a su vida antigua, la conclusión más probable es que no había nacido de nuevo y necesita entregarle su vida de manera genuina a Dios…
EL LIBRO DE LA VIDA Y EL GRAN TRONO BLANCO, Apocalipsis 20:11. “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.” Éste acontecimiento es el juicio final.
Nota: El color blanco nos habla de Su santidad, y el que la tierra y el cielo huyan de delante del trono, indican el poder y solemnidad del momento. Todos los que vienen ante éste trono, vienen a escuchar la sentencia final y condenatoria, ya no están delante del trono de gracia sino ante el trono del juicio eterno.
Todos los muertos comparecerán ante Dios, verso 12a. “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios;”
Nota: La frase “Todos los muertos” involucra a todos aquellos impíos desde los antediluvianos hasta el tiempo futuro cuando Dios establezca Su reino en la tierra. “Grandes y pequeños” indican: poderosos y débiles, ricos y pobres, doctores y analfabetas, sin distinción de raza, ni color. “De pie ante Dios” como un acusado cuando espera su sentencia.
En el cielo hay varios libros y algunos contienen el pecado de los hombres, vrs. 12b-14.
“y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda”.
Nota: La frase “y fueron juzgados los muertos”, nos recuerda que la muerte no cancela el juicio venidero. Estos pecados son aquellos que no han sido perdonados, pues los hombres no se arrepintieron de ellos, no aceptaron la sangre de Jesús para redención de sus pecados por cuanto no creyeron en él. Aunque todos los impíos (o inconversos) sufrirán la misma condenación, serán diferentes los grados de condenación, por ej: Mat 23:14, “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación”.
Nota: Todos cuyos nombres están inscritos en el libro de la vida, son salvos de la condenación eterna (lago de fuego), y es una razón de sumo gozo para el creyente, Jesús lo dijo, Lucas 10:17-20.
Nota: Desde la antigüedad era costumbre anotar en un registro los nombres de los ciudadanos de una ciudad o de un país, por eso decimos cédula de ciudadanía. Cuando nacemos de nuevo, somos inscritos en el cielo como nuevos ciudadanos. En ésta tierra estamos de paso, somos extranjeros porque somos del cielo; por eso el apóstol Pablo dijo: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, a Jesucristo nuestro Señor” (Fil. 3:20).
Conclusión: Dios entregó su Hijo por ti, él ha planeado salvarte y bendecirte, él te ama, y anhela que tú le seas fiel, porque él viene por Su iglesia, él viene por ti, tu nombre debe estar escrito en el libro de la vida, no se borrará, sino que permanecerá y un día entraremos a la Jerusalén celestial, y estaremos para siempre con el Señor, demos gracias a Dios por habernos salvado…
(Pastores Gonzalo y Andrea Sanabria) / http://estudiosysermones.blogspot.com
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