lunes, 23 de diciembre de 2013

Una Breve Reflexión Sobre Nicodemo y Jesús

Basado en Juan 3:1-21

Nicodemo era un maestro de la ley judía, y miembro del sanedrín (algo así como un juez o ministro de la ley); por lo tal es de suponerse que no ignoraba nada de lo que decía la ley; pero se ve el hecho de que es él quien viene a Jesús, y no a la inversa. Nicodemo había oído hablar de Jesús (de lo que hacía, decía y cómo atraía a la gente) Esto causa en él una tremenda inquieto; por lo cual decide acudir donde él. Se resalta en el verso 2 que vino a Jesús de noche. Eso nos lleva a creer, que con todo el conocimiento que poseía, se vería ilógico que hiciera eso.

Nicodemo, a pesar de su gran rango y prestigio, se pudiera suponer que algo le faltaba. Quizás buscaba felicidad; o conocer a alguien privilegiado por Dios; estar cerca de alguien que le atraía, del que había oído hablar, pero que no le “conocía”… O simplemente estaba sediento de Dios.

“Nacer de nuevo” es una expresión bíblica y de fe. Es una invitación a mirar y escuchar nuestro interior. Es revisar esa parte de Dios que existe en nosotros. Un llamado a descubrir lo que tenemos verdaderamente dentro.

Nacer de nuevo de agua: es que luego de haber escuchado el mensaje del evangelio de salvación que nos trae Cristo, y haberlo entendido, sepamos tomar la decisión de ir a las aguas a ser bautizados mediante el bautizo por inmersión, como Juan el Bautista lo hizo con el mismo Jesús (un mandato bíblico el cual debemos obedecer -Marcos 16.16; 1.4) . Nacer del Espíritu: se pudiera traducir como nuevo soplo de vida…pero de vida en Dios.

Cuando Jesús habla a Nicodemo que de no nacer de nuevo, no podrá heredar el reino de Dios (vs. 5) lo que pudiera estarle llevando es a meditar y reconocer la real vida que llevaba, y qué está haciendo con ella? Pero él se turba –ya que su parte espiritual está en tinieblas- y se enfoca en lo carnal y visual que conoce. Y por lo tanto, a Nicodemo le cuesta entender esto. Pudiéramos decir que se sorprende y es la razón por la cual hace la pregunta ¿cómo nacer de nuevo (si es un acontecimiento que ocurre una sola vez)?

Aquí se visualiza 1 conversación en 2 sintonías. Nicodemo de manera puramente literal, donde la expresión nacer de nuevo es imposible; Jesús totalmente espiritual -lo de dentro, lo que no es físico, un nacimiento que no es del cuerpo material, sino de llevar a la luz, de mirar el interior. Pero Nicodemo no entiende la invitación de Jesús, ya que él está centrado en su conocimiento e intelecto.

“Nacer del agua y del espíritu” es una invitación a eliminar todo aquello que hace interferencia entre Dios y nuestro interior; es dejar salir la vida que llevamos dentro, y estar dispuestos a que penetre la sangre de Cristo. Como el agua limpia la suciedad, Jesús invita a Nicodemo a “limpiar” su interior, a limpiarlo de lo que no le hace libre, de lo que le ata, de su fariseísmo, de su cumplimiento de las leyes, de vivir de las apariencias. Para limpiar a Nicodemo de las trabas en su interior, Jesús le recuerda la historia de su pueblo Israel, pasa por Moisés, habla de su ley, y le hace ver que todo eso tenía un sentido; y que ahora Jesús le está revelando la necesidad de un encuentro con Él.

Cuando se menciona que el viento sopla donde quiere, oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; esto representa que somos conducidos por el Espíritu sin darnos cuenta, oímos la voz, hemos iniciado una búsqueda -que no sabemos dónde nos llevará-, pero no nos podemos resistir. Esa búsqueda, nos dirije y nos lleva a “nacer de nuevo”. Esa nueva vida nos trae más vida.

En resumen, lo que Jesús probablemente quería demostrar a Nicodemo, y a nosotros hoy, es que nuestra vida interior debe ser revisada, y seguramente transformada por el amor, la palabra y las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús! Puede estar atrayéndonos para, unidos al Padre, permanecer y vivir como Jesús vivió.

Y si a Él le creemos; y decidimos vivir como Él lo hizo, no nos perderemos, sino que tendremos vida eterna.

Con cuánto amor nos amó el Padre, que nos envió a su único Hijo; no para que nos condenara, sino para que nos salvara de nuestra vida de tinieblas y pecados.

Pero, ay de nosotros si le rechazamos; nosotros mismos nos estaremos condenando; por cuanto no le hemos creído.

Jesús mismo es la luz, pero ay, cuántos amadores de tinieblas, de malas obras, aborrecedores de la luz, que andan “de noche” para que nadie les reprenda.

Practiquemos la verdad, andemos en la verdad… Cristo es la verdad!

Dios les bendiga y traiga revelación mediante su Espíritu Santo!

Wilda M.V.  23.12.13

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